José Joaquín de Olmedo
- Nació en el año 1780 en Guayaquil y falleció en el año 1847 en la misma cuidad.
A UNA AMIGA
Dolores Veintimilla de Galindo
- Nació el 12 de Julio de 1829 en Quito , Ecuador. Murió el 23 de mayo de 1857 Cuenca ( a los 28 años de edad).
ASPIRACIÓN
Numa Pompillo Llona
- Nació el 5 de marzo de 1832, en Guayaquil, Ecuador y falleció el 4 de abril de 1907, en la misma ciudad.
Desde mi estancia
Al eminente crítico y poeta argentino don Calixto Oyuela
Mi ventana, que se abre a la campiña
do se extiende fantástico paisaje,
cubre del huerto trepadora viña
con la tupida red de su ramaje;
entre su fronda, hasta la oscura estancia
filtra su blanca luz la luna llena
que, alumbrando los campos a distancia,
surge en el cielo fúlgida y serena;
dando tregua a misérrimas congojas,
contemplo yo, de la penumbra opaca,
el arabesco de las negras hojas
que en argentado fondo se destaca;
de la cumbre de próxima montaña
desciende el aura y el follaje agita;
¡y siento entonces emoción extraña,
ansiedad soñadora e infinita!...
¡Afuera, allá, las mágicas florestas,
dormidos valles, encantados montes!...
¡Y esos hierros, y ramas interpuestas
ante aquellos grandiosos horizontes!...
De la terrena cárcel tras la reja,
mira así el alma con dolor profundo
el infinito que su luz refleja
en los oscuros ámbitos del mundo;
¡y así contempla en la penumbra hundida,
el lejano ideal de su ventura,
por entre las malezas de la vida,
donde, a veces, de lo alto descendida,
la divina pasión sólo murmura!...
Julio Zaldumbide
- Nació el 5 de junio de 1833, en Quito, Ecuador ,Murió el 31 de julio de 1887, en Ibarra, Ecuador
A mis lágrimas
Corred, lágrimas tristes,
que es dulce al alma mía
sentiros a raudales
del corazón manar;
corred, que los suspiros
que exhalo en todo el día
las ansias de mi pecho
no bastan a calmar.
Triste, férvido llanto,
tus gotas de amargura
mitigan celestiales
la sed del corazón;
y sólo tú suavizas
mi horrenda desventura,
y sólo tú consuelas
mi lúgubre aflicción.
Que cuando de la cima
de dulce venturanza
desciende el alma al golpe
del dardo del pesar,
si entonces con la dicha
perdemos la esperanza,
nos queda sólo el triste
consuelo de llorar.
Y así la flor marchita
revive del consuelo
con lágrimas regadas
por lóbrego dolor,
como al nocturno llanto
de tenebroso cielo
cobran las flores secas
su aroma y su color.
Corred, lágrimas mías,
consuelo a mis dolores;
en férvidos raudales
del corazón manad;
y así, de mis ensueños
revivan ¡ay! las flores
que ha marchitado el rayo
del sol de la verdad.
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